Porque Catalunya se independiza de España
A los/as hermanos/as españoles/as que les cuesta entender los motivos del independentismo catalán, y a los castellano hablantes del mundo, curiosos por la inminente implosión del Reino de España.
La independencia no es, como es lógico y a pesar de la insistencia del No-Do, un delirio o estrategia de Mas. Es un clamor histórico que viene de muy lejos.
España insiste en que somos el país más antiguo del mundo. Omite varias cosas. Hubo, en efecto, una unión dinástica en el SXV, porque el último rey de la dinastía catalana moría sin descendencia tras 6 siglos de continuidad, y para establecer unas necesarias relaciones cordiales entre vecinos, respetando las leyes de cada reino.
Durante tres siglos los monarcas castellanos debían jurar las constituciones y costumbres catalanas, y así lo hicieron. En contraste con el argumento tantas veces repetido hoy de que Catalunya no es ni ha sido nunca sujeto político propio, y que sus singularidades políticas no merecen ser respetadas. Eso no evitó, sin embargo, que ya en 1640 hubiera la primera revuelta para tratar de poner fin a esa unión, la Guerra dels Segadors, cuando los catalanes empezaron a ver la voluntad de que las leyes, lengua y costumbres de Castilla fueran impuestas a la Corona de Aragón y demás reinos ibéricos federados. Catalunya pierde esa guerra, y una de sus consecuencias es que el 20% del territorio Catalán es cedido a Francia, incluyendo la que era la segunda ciudad catalana, Perpinyà.
Pero es en 1714 cuando, a raíz de una guerra dinástica de ámbito y repercusión global, en la que se luchaba entre el modelo borbónico, centralista y autoritario de Francia y Castilla o el de los Austria, más confederal y parlamentario, Barcelona sufre un estado de sitio durante más de un año y es finalmente conquistada por las fuerzas borbónicas españolas y francesas. Sin rendición. La heroica defensa ciudadana y miliciana de los catalanes, sin ejércitos regulares durante una guerra de 10 años no logra frenar los dos mayores y más brutos ejércitos de la época.
Tras esa derrota, Catalunya pasa de estar en una unión dinástica con España en una especie de “commonweath” ibérica con un mismo rey pero distintas leyes, constituciones y formas de gobierno (más pactistas y ciudadanas que el autoritarismo central borbónico) a estar sometida, igual que una colonia, a las leyes, constituciones, formas de gobierno e incluso idioma de los conquistadores. No es victimismo, es realidad histórica. Se puede ganar una guerra e imponer condiciones al vencido. Pero no se puede después pretender borrar la realidad histórica de esos hechos.
La primera política pública es el Decreto de Nueva Planta que prohíbe la lengua y suprime las constituciones y libertades catalanas datadas del S IX. Así como la destrucción del 20% de lo que quedaba de Barcelona tras la guerra, el Barri del Born, para construir en su lugar la única ciudadela del mundo que en lugar de estar diseñada para defender una ciudad, lo fue para reprimirla y controlarla. Desde entonces una serie de regímenes, la mayoría autoritarios y revestidos de un nacionalismo étnico supremacista y culturalmente genocida, han tenido una sola cosa en común: la voluntad de eliminar del mapa global la lengua y cultura catalanas (y vasca y gallega) para asimilarla a la cultura y lengua castellanas, como lo fueron los cientos de lenguas y culturas indioamericanas exterminadas para siempre, y castellanizadas. Lo que tiene nombre y apellido: Genocidio Cultural. Y en lo que España tiene uno de los récords a escala global e histórica por el gran holocausto de las américas que aún hoy no admite como tal y que aún hoy es motivo de orgullo y gloria nacional. Lo que demuestra la incapacidad estructural de esperar cambios democratizadores en lo nacional y lingüístico en España.
Desde entonces Barcelona ha sido bombardeada en varias ocasiones por su ejército y por el fascismo internacional aliado al español. Su mayor pedadogo, Ferrer i Guardia o uno de sus mayores presidentes, Compays, fusilados. Cientos de miles han tenido que emigrar, desde la Guerra dels Segadors, la de Sucesión a la Guerra Civil. Infraestructuras, industrialización, escuelas, hospitales, ferrocarriles, autopistas, canales o bibliotecas han tenido que hacerse por industriales, asociaciones, sindicatos a la contra del estado, ausente o saboteador de la economía y la sociedad catalana, a pesar de ser la locomotora principal del estado. Miles de millones generados en Catalunya se destinan anualmente a otras regiones, haciendo que no dispongamos aquí de los recursos que corresponderían a un país moderno y productivo. Bajo el slogan “solidaridad” se oculta un injustificable y abusivo expolio fiscal y control económico de tipo casi colonial; bajo el slogan de “igualdad de los españoles” se nos priva de nuestra cultura y singularidad, como a otras regiones y naciones históricas de la península. Bajo el slogan “el imperio de la ley” se oculta que la propia demografía impide estructuralmente que Catalunya pueda aportar o decidir nada sustancial en el reino español. Absurdidades como que “todos los españoles deberían votar sobre la independencia de Catalunya” o que “hay cosas que no se pueden votar” se repiten impunemente en la política española. El PSOE, campeón del cinismo, trata de ocultar lo que repetía sin cesar hasta hace un año, cuando era imposible un escenario que hoy en cambio no sólo es posible sino necesario para la gobernabilidad de España: un referéndum acordado con el estado, que podría pactarse hoy perfectamente. Sin embargo se prefiere degradar la democracia antes que escuchar la temida respuesta de los catalanes a un referéndum si-no; y los mismos que nos niegan ese referéndum se agarran a las últimas elecciones como referéndum definitivo.
Tenemos aquí decenas de escuelas en barracones que no existen en el resto del estado y que sorprenden a quienes nos visitan de más allá del Ebro; peajes cada 50 km; cercanías de Renfe que no funcionan; corredor mediterráneo inexistente para trasladar el 50% del PIB español hacia Europa; un millón de personas bajo el umbral de la pobreza en Cataluna, que equivalen a toda la población de Extremadura y que no pueden recibir la atención debida en un país que genera lo que genera Catalunya; y que tiene precios de mercado de vivienda o alimentos muy superiores al resto del estado; nuestra solidaridad con el resto del estado, mediante subvenciones o mediante la acogida de una inmigración española -entre ellos dos abuelos míos- que dobló la población de Catalunya en medio siglo, se agradece con insultos, racismo etno-lingüístico institucional, y con afirmaciones de que estamos sometidos, votemos lo que votemos, a una unidad estatal al parecer sagrada y que desciende de los cielos; una unidad por la Gracia de Dios, ante la que la democracia de los humildes mortales gobernados es inútil. Como en el SXV. Y como ya batallamos en la guerra de sucesión o hace menos entre el anarquismo confederal catalán y el centralismo nacionalista del fascismo español.
Un racismo etnolingüístico impregna las estructuras del estado; sabemos que nunca un catalán (a no ser que como Rivera sea un catalán anticatalanista) podrá ser presidente; mientras que en Catalunya si que un andaluz, Montilla, pudo serlo. Sabemos que el instituto Cervantes no cederá al euskera, gallego o catalán; que España no defenderá que el catalan, con 11 millones de hablantes, sea admitida como lengua oficial, conviertiéndose en la mayor anomalía lingüística de la UE; o cuando el gobierno de la república prefirió en plena guerra civil que las fábricas de armamento cayeran en manos de Franco antes de llevarlas a zonas seguras de Catalunya. Franco reprimió a toda España, cierto, pero no en todas partes trató de eliminar la lengua y costumbres regionales.
Y tras algunos años de alegría pseudo-democrática, con una constitución, la del 78, pactada con las pistolas del fascismo nacional-católico sobre la mesa, cuyo gran tema es la unidad de una España antes roja que rota, siendo los militares los responsables de los artículos de la constitución que hablan de la sagrada e indivisible unidad, vemos como el PSOE amagaba en realidad un PP en lo nacional.
Y sobretodo los últimos capítulos, que son los que realmente explican el creciemiento exponencial del hartazgo definitivo de los catalanes hacia el reino español: cómo los aparatos del estado fulminan un Estatut de Catalunya que pretendía lograr ese encaje entre Catalunya y España de una forma armónica y respetuosa para ambas partes. Unos pocos jueces desprestigiados de la corte del reino deciden anteponer el caprichoso nacionalismo español, enemigo de la biodiversidad cultural humana, a una visión de estado y de respeto hacia la plurinacionalidad real de la península. Y es aquí cuando pierde definitivamente a Catalunya, cuya centralidad política pasa de un moderado autonomismo a un radical separatismo. Un tren al que se sube Mas, medio por oportunismo político, medio por honesta escucha democrática del clamor en la calle. Pero nunca, como tratan de describir de forma obcecada y simplona los panfletos de Madrid, siendo él un pastor que nos lleva como corderos atontados hacia un precipicio creado por su imaginaciójn… De todo esto son grandes responsables los nacionalismos supremacistas o nacional-toreros de PP y PSOE. Para que, cuando ya no estemos en España, los españoles/as hagan pagar por ello a sus responsables y empiecen a votar la única opción democrática que hay en la política ibérica, Podemos.
Hoy sólo hay una vía para mantener la unidad de la península: que lo que quede de España se integre voluntariamente y mediante referéndum a la República Catalana. Pudiendo estar tranquilos los españoles, porque no es costumbre catalana eliminar lenguas y culturas que no sean las propias; ni forma parte de nuestra cultura, ni siquiera en los tiempos gloriosos de la expansión de la corona catalano-aragonesa en el SXIII, un centralismo enfermizo y forzado, ni unas constituciones que amparen más a reyes y viejas constituciones que a lo que el pueblo determine mediante el voto.
Al contrario, Catalunya es un pequeño país, pero puede enorgullecerse de haber creado uno de los primeros parlamentos constitucionales; una de las primeras naciones unidas mediterráneas, el Consulat de Mar; el primer sindicato a nivel mundial, el Sindicat Remença; la primera revuelta exitosa de estos campesinos para vencer al feudalismo, 1480; la primera y única revolución anarquista a nivel nacional, 1936, o una monarquía pactista, con un rey limitado por constituciones y órganos civiles electos, que es lo que más molestaba a los monarcas castellanos y borbónicos, y lo que explica la supresión de las constituciones catalanas. Todo eso es lo que nos ha sido negado por conquistas militares que han logrado militarmente suprimir nuestras libertades y constituciones.
Y eso es lo que hoy, tras tantas pantallas, vuelve a estar en el centro del debate: ¿Quien tiene la última palabra en los asuntos políticos verdaderamente trascendentes? ¿El Rey y sus constituciones y jueces? ¿O el pueblo cuando quiere reformarlas mediante el voto? Subyace en las demandas catalanas la segunda opción, creada y mantenida a pesar de tanto facha, durante siglos. Y subyace en los argumentos españoles de la defensa de la constitución, la unidad sagrada del estado y el “imperio de la Ley” (imperio y ley no es un oximoron?), la primera.
¿Qué pasará en España el día en el que el 50 o 60% de los súbditos españoles quieran crecer y convertirse en ciudadanos de una República? Si España no supera de forma adecuada este momento histórico, esa opción les será negada por la constitución y “el imperio de la ley”. Si España admite democratizarse tras el asunto catalán, los gobernados en España podrán tal vez decidir cómo quieren ser gobernados. Lo que se conoce como democracia.
Hoy, tras 3 siglos de represión y colonización castellana de Catalunya, Valencia y Baleares, del intento frustrado de genocidio cultural del hecho catalán, emprendemos de nuevo camino en solitario para poder finalmente ser, existir, sin tener que pedir permiso a nadie. Pudiendo comenzar a volver a ofrecer al mundo construcciones sociales, artísticas o socioeconómicas y sociopolíticas.
Y creemos que una Catalunya soberana e independiente podrá ayudar no sólo a liberar Catalunya y modernizar España, sino a redefinir una UE estatista-banquera, y un mundo de 200 estados imperiales que en la mayoría de los casos reprimen hasta el definitivo genocidio cultural a 5.000 grupos etnolingüísticos que como Catalunya, Bretanya, Córcega, Euskadi, Palestina, Sáhara Occidental, Tibet, Mapuches, Guaranís, Toltecas, Mayas, Rafinhas, Kurdos y tantos otros deben luchar por no ser borrados del mapa. Nacionalismos defensivos y periféricos que deben luchar contra los nacionalismos centrales, genocidas y supremacistas como el turco, el español, el francés, el argentino, brasileño, marroquí, chino o inglés. Y a quienes se acusa de los males de los nacionalismos como aquellos a los que combaten.
Hoy, afortunadamente, esta lucha se decidirá mediante pautas democráticas o semi-democráticas, con lo que la batalla parece estar ganada por quienes defienden las urnas y no las armas y la imposición.
https://independeciacatalunya.wordpress.com/
APORTANDO IDEAS
Hay un país llamado Puerto Rico, que tiene con EEUU el estaus de
“Estado libre asociado”. También denominado “Estado Autónomo”.
Tienen su propia constitución (vía legal referéndum). No impuesto.
También son bilingues. Hablan castellano e inglés.
Territorialmente forman parte de EEUU, por lo que sus ciudadanos
se les considera a todos los efectos como Estado-Unidenses (no pasaporte).
Yo he estado varias veces allí por asuntos de trabajo.
Te recibe la aduana estatal EEUU. Tienen policía estatal, y nacional, como
con la Policía Nacional y Mossos. Ejército de EEUU. El estado provee
una serie de servicios generales, y el Estado libre asociado negocia
unas cantidades regularmente para el pago de los mismos.
Tienen su propio Parlamento desde dónde establecen sus propias leyes.
Un presidente de gobierno reconocido como tal en todo el mundo.
Una de las veces asistí a una manifestación de muchísima gente contra
las beses del ejército USA en el país, totalmente pacífica y festiva.
Y allí cada uno despotricando contra los políticos como lo hacemos aquí.
Igual estaría bién que el personal de la CUP y CDC le dieran una pensada.
Por aquello empezar a proponer ideas.
En el foro que arriba os indico, funciona como un expositor de ideas, y no
de respuestas cortas. Estamos en goggle en la página 1 posición 2.
“foro independencia catalunya”. Más “libre”, página 1, posición 1.
Hay 600 entradas/comentarios sobre el independentismo en la misma página.
Tiene la opción de Anónimo y no tiene censura previa ni posterior.
Estáis invitados. Pasaros al lado oscuro del independentismo. Saludos.
Todo por la SEO
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ok, lo mirare. el tema es que tener pasaporte de EEUU,a pesar de todo, tiene unas cuantas ventajas y es un pais, como mínimo estimulante. tener el español no tiene el más mínimo interés ni ventaja. lo de mejor grandes, tampoco cuela. estados grandes, estados sin democracia, con autoritarismo y con represion a minorias (rusia, china, turquia, eeuu, brasil..). estados pequeños como Suiza, Noruega, Andorra, Holanda pueden ser mas democráticos y prósperos
No creo q la independencia de cataluña sea mala para el resto de España. Siempre q sea mutua. Es decir debe haber un punto de partida en las relacciones entre estos dos nuevos paises. Debe haber frontera, aduana y ningun catalan con nacionalidad española. Se de buena tinta q el la mayoria de los españoles q yo conozco creen q cataluña es mala compañera de viaje. Asi q haciendo y clarificando q la independencia sea mutua no habra ningun problema.
esa es la independencia del SXIX. No es la que quiere Catalunya, pero es la unica que imagina España, por eso les es tan desgarradora. Por supuesto que habrá doble nacionalidad, y por supuesto que no habrá fronteras ni aduanas, como no las hay con Francia.. Se trata unicamente de ser autogobernados, con nuestras leyes, sin que un tribunal forastero y politizado, nacionalista español, nos las tumbe una tras otra, desde la de pobreza energética a la de igualdad de genero. Y por supuesto, tener la misma libertad que tiene un castellano de hablar su lengua y sentirla protegida y segura, y su cultura. Es tan solo eso. Si españa supiera hacer eso con los diferentes no nos iríamos. Pero como castilla nunca en su historia ha hecho seso sino todo lo contrario alli donde ha podido militarmente: exterminar al diferente para imponer lo propio, por cutre que sea, y como es ni capaz incluso de darse cuenta con el caso indioamericano tras 5 siglos, sino que aun chulea de esa miseria, pues tenemos que irnos.
Que hay españoles que consideren Catalunya una mala compañera ya tiene cojonoes… no hay ningun hecho historico que pueda sostenerlo. Siempre Catalunya ha sido soldaria con España, en todos los momentos historicos; y desde la politica, más democratica y europea desde el SXIII, a la economia, financiandola como una colonia, que es lo que realmente somos, dejémonos de engaños. Y sumisa y sometida. Un punto de vista asi solo puede deberse al racismo que existe, no nos engañenos tampoco, de españa hacia Catalunya. Aqui si un andaluz ha sido presidente, alli nunca un catalán, entre muchas otras cosas. Aqui no surpimimos la lengua de los demas, alli si. Es al reves lo que realmente nunca seria de fiar. Salut i llibertat!